- Toma el aperitivo en la Plaza Mayor: pocas cosas hay más agradables que reunirse con amigos una mañana soleada y disfrutar del hornazo o las patatas meneás, rodeados por las columnas de la plaza.
- Encuentra la rana de la fachada de la Universidad: típico y tópico pero indispensable. No obstante, no dejes que la búsqueda del anfibio te distraiga, no olvides observar la fachada en su conjunto: se trata de la obra maestra del Plateresco Español.
- Sube a las torres de la Catedral: regálate una panorámica privilegiada de la ciudad desde 110 metros de altura, tendrás Salamanca a tus pies.
- Visita el huerto de Calisto y Melibea: imprégnate del romanticismo de este rincón y siéntete por unos momentos como un caballero o una dama medieval, seguro que no necesitas ninguna Celestina.
- Fotografía La Alberca: sácale partido a tu cámara y aprovecha para inmortalizar los preciosos rincones de este pintoresco pueblo.
- Esquía en La Covatilla: si lo que te gusta es deslizarte por las pistas nevadas, esta estación salmantina y su excelente nieve primavera te permitirán practicar el esquí hasta finales de abril.
- Asciende a la Peña de Francia: oxigena tus pulmones y -desde sus 1.783 metros de altitud- recorre con la mirada el paisaje que abarca la llanura castellana, las montañas de las Hurdes y la sierra de la Estrella de Portugal.
- Carnaval de Ciudad Rodrigo: acércate a la histórica ciudad amurallada y disfruta de las fiestas en estos días en los que el toro es el protagonista acompañado por máscaras, disfraces y charangas que alegran las calles.
- Asiste a una boda típica en Candelario: nada de vestidos blancos ni chaqués, aquí los novios visten el traje típico de Candelaria y Choricero y celebran sus esponsales con vino y perrunillas.
- Deléitate con el jamón de Guijuelo: por último pero no menos importante, no puedes salir de Salamanca sin probar (o sin llevarte) uno de los mejores jamones del mundo, toda una experiencia gastronómica.